¡La película más mágica que he visto! Martin Scorsese hace arte puro en ésta, su obra más personal. Si pensábamos que su género predilecto era el thriller o el de los gángsters, con esta adaptación, nos regala una pequeña maravilla evocadora de infancia e inocencia. En todos los aspectos se sobresale, es el cine en su máxima perfección. Las interpretaciones muy correctas destacando la de Ben Kingsley, que desempeño el papel de George Meliès a la perfección usando todo el dramatismo que ha desenvolupado durante su extensa carrera. También es correcta la de Sacha Baron Cohen, que allá donde actúa, no es indiferente. Los efectos especiales incorregibles (principal fuente de magia visual creando escenas verdaderamente sorprendentes), un vestuario colorido y atractivo, una escenografía cromática que junto con los efectos especiales nos brindan escenarios realmente bellos y una banda sonora repleta de pureza y sentimentalismo. El guión es otro de los puntos clave para la película pues, a parte de relatar una historia trágica que quizás se la trata con menos dramatismo y más superficialidad de la que debería tener, hace alusiones a los primeros años de la cinematografía narrando, paralelamente, su historia, sus inicios y como llegó a ser el séptimo arte. Destaco una cita que pronuncia Kingsley en el fragmento en qué relata su vida y cómo llego a desaparecer, aparentemente, de la memoria y la consciencia de los ciudadanos: "Sólo en el cine los finales son felices". Puedo arriesgarme a decir y afirmar, que es la mejor película del 2011.
NOTA: 10/10