Festival de Sitges: 'Malnazidos' inaugura el Sitges de la resistencia

En la sección Noves Visions, vemos 'Last Words', de Jonathan Nossiter.

Contra viento y pandemia (la frase más tristemente manida este año). Así luchó Venecia, así luchó San Sebastián, así arranca ahora Sitges. En el peor panorama industrial (cinematográfico) visto nunca por este cronista, es tremendamente meritorio el trabajo que han hecho los festivales cinematográficos para poder salir adelante. Porque el cine debe seguir adelante. Porque sin cine, ni hay cultura, ni hay vida, ni hay nada de nada. Así que, tomadas las medidas de seguridad pertinentes -de entrada: reducción al 70% del aforo de las salas, compaginar una programación donde conviven lo presencial y el online, medidas de higiene por todas partes, etc.-, ahora toca saber disfrutar de un festival donde el caos festivo es algo intrínseco al mismo. Ojalá todo vaya de maravilla. Sitges se lo merece, los fans de Sitges se lo merecen y la propia industria cultural, tan dañada, de este país también se lo merece. Bienvenidos al Festival de Sitges de la resistencia.

La película que ha abierto las puertas del certamen es la producción española Zombis nazis (2009).

Nada que objetar y mucho que disfrutar, que esto es Sitges y hemos venido a adentrarnos en el terror que habita en la ficción para olvidarnos del terror de la vida real. Y en el caso de una película que lleva por título una errata buscada hacer chanza del nazismo, mejor que mejor. Pero, curiosamente, esa es de las pocas chanzas que se permite el largometraje: dejar claro que los de los experimientos zombie-mengele son los alemanes, mientras que no existe mucha diferencia en lo personal entre los bandos franquistas y republicanos. Es más: aquí los zombis, serán republicanos; y los héroes, un equipo A que mezcla soldados de los dos bandos enfrentados -hay hasta una monja franquista reconvertida en heroína romántica-, no establece diferencias entre derechas e izquierdas, probablemente, buscando una equidistancia que busque sembrar paz en tiempos (actuales) donde la brecha parece más amplia que nunca. Así que haciendo bueno aquello de que todos somos iguales y de que en la guerra uno era del bando de donde pillaba el pueblo la contienda -falacia moral que deberemos aceptar para poder disfrutar de la película-, el problema subsiguiente de la cinta es, sorprendentemente, el escasos humor del que hace gala ahogado por pinceladas dramáticas inconcebibles en un título que empujaba a reírse de todo y de todos. Es decir, que en vez de seguir las líneas cómicas tronchantes referentes del género híbrido como Raza (1942).

'Last Words': un mundo distópico, al borde del apocalipsis total 37303w

Cambio de tercio. Nos vamos a la película que inauguraba la sección Noves VisionsBuster Keaton, Totò, The Monty Python y un largo etcétera de imágenes maravillosas-.

Pasando por alto el hecho de que se escuche el sonido de dichas cintas en un mundo donde no existe ningún tipo de electricidad -o te lo crees o te pones a llorar-, lo cierto es que pese a su carácter denotadamente 'arty', Last Words demuestra que el mundo aún no ha superado Cinema Paradiso (1988) ni, probablemente, lo superará nunca. Las "últimas palabras" a las que se refiere el título del filme responden a la voluntad del protagonista, el último hombre de la cámara del mundo, de retratar las tristes, terroríficas y agobiantes historias dramáticas de los personajes que pueblan (en extinción) la cinta. Una vez vistas y (milagrosamente) escuchadas: no parecía la mejor de las ideas.

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