La IA imagina 'La princesa Mononoke' como una película de acción real y es lo único que queremos ver este año: incluso el demonio está logrado
Randy Meeks
Randy Meeks
-Redactor de cine y series
Juntaletras acomodado, redactor con gato eterno en las piernas, tuitero irredento, millennial orgulloso a su pesar. Respira cine, cree que no hay película mejor que 'El crepúsculo de los dioses' pero en su colección de Blu-Ray no falta 'Super Mario Bros'. La de los 90.

Hayao Miyazaki está a punto de mandarnos una katana a casa

La historia es bien conocida: La princesa Mononoke, que era la película que en aquel momento estaban a punto de distribuir, se acabó estrenando tal cual. Y fue todo un éxito, por cierto.

La princesa Mononoke
La princesa Mononoke
Fecha de estreno 19 de diciembre de 1997 | 2h 15min
Dirigida por Hayao Miyazaki
Con Billy Crudup, Billy Bob Thornton, Minnie Driver
Medios
4,3
s
4,3
Sensacine
5,0
Streaming

HaIAo Miyazaki 1m49e

Hay una actividad en Japón que os recomiendo hacer profusamente (si conseguís entradas) para entender mejor el porqué de la adoración mundial hacia Ghibli: visitar su museo en Mitaka, cerca de Tokyo. Allí podremos ver cómo se hace cada segundo de animación utilizando todos los recursos humanos a su alcance. Es emocionante ver cómo la creatividad humana y el esfuerzo pueden dar pie a algunas de las secuencias más bellas de la historia del cine.

Algo que entronca directamente con la IA generativa y su manía de robar y hacer versiones como única manera de sobrevivir. Hoy, en particular, os vamos a enseñar La princesa Mononoke pasada por el filtro de la inteligencia artificial, exactamente lo que el Hayao Miyazaki que le envió una katana a Harvey Weinstein habría querido, sin duda.

Muchos creímos que el director nipón iba a retirarse después de El chico y la garza, pero incluso después del Óscar, que podría haber servido como colofón a su carrera, y a sus 83 años, se niega a retirarse y ya está planeando su siguiente cinta. Ojalá dure por siempre, la verdad. Genios así solo vienen una vez en la historia. Y, francamente, no tiene pinta de que las máquinas vayan a conseguir igualarle jamás.

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